30 dic 2011

El líder y su formación de carácter

“si alguno quiere ser el primero será...el servidor de todos” Marcos 9:35

Jesús y su escuela de apóstoles
La Biblia está cargada de valores que el carácter de un líder espiritual debe demostrar para respaldar su tarea. Jesús, el maestro, ha enseñado y esperado del grupo de discípulos que él llamó para seguir el ministerio que él comenzó, a regirse por principios eternos que él les estaba enseñando. Su intención era convertir al grupo de discípulos elegidos y llamados en apóstoles fructíferos que perpetuarán su labor (1).

Una de las afirmaciones más revolucionarias que Jesús dijo a sus apóstoles y sigue vigente hasta hoy para todo aquel que quiera desarrollar un ministerio cristiano, sin importar el título que obtenga, es: “si alguno quiere ser el primero será...el servidor de todos” (Marcos 9:35).
Aquí enfatizaremos dos puntos que son fundamentales para entender el resultado a tan largo plazo de las enseñanzas impartidas por un hombre que humanamente aparentaba muy poco: Estos elementos son la consagración y la supervisión.


1. La consagración
Jesús reclamaba un cambio radical a sus seguidores, esto implicaba un fuerte compromiso de vida que se basaba en la confianza que debían demostrar a las palabras suyas. “Todos ellos eran muy humanos con las imperfecciones y fragilidades de todos los seres humanos, los tiempos cambian pero la naturaleza humana permanece igual”(2), pero eran santos en proceso de formación que requería un largo tiempo de entrenamiento práctico y teórico con Jesús.
“Jesús no urgió a sus discípulos a que entregaran sus vidas a una doctrina sino a una persona y solo a medida que prosiguieran en su Palabra podían llegar a conocer la verdad”(3), este principio de dedicación total y absoluta fue el único modo en que Jesús pudo moldear la vida de sus discípulos.

¿Qué esperaba Jesús de ellos?
- No dejarse dominar por la tendencia pecaminosa: La Biblia afirma y Jesús lo ha enfatizado continuamente, que el ser humano tiene el germen del pecado en su vida desde el nacimiento. En el grupo selecto de Jesús aparecen estos vestigios con las peleas por el primer puesto entre los discípulos, se vislumbra la pecaminosidad de Judas al venderlo por unas monedas, la negación de Pedro, el antipatriotismo de Mateo, la violencia e impaciencia de Juan y Tomás. Acertadamente, se afirma que los instintos no dominados, inevitablemente, llevarán a la ruina. El ministro cristiano debe seguir luchando con su herencia pecaminosa cada día. San Pablo dijo: “Cuídate de ti mismo y de la doctrina pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te oyen” (1 Tim 4:12).

- Una apertura mental hacia nuevas comprensiones: Estos discípulos eran personas concretas que nacieron, se criaron y se educaron en un ambiente socio-cultural y religioso específico. La presencia y el llamado de Jesús fue el comienzo de una crisis generalizada en sus vidas.
Estar cerca de Jesús implica un cambio en la manera de ver y sentir porque las mentes cerradas y llenas de prejuicios son los obstáculos más grandes para el maestro.
Esta nueva manera de confrontar al ser humano se puede sintetizar en tres aspectos muy significativos para Jesús y que, inevitablemente, el líder cristiano debe tener en cuenta: una nueva comprensión de la adoración, de la comunión y de la misión.

- En cuanto a la adoración: En la época de Jesús se realizaba en un lugar determinado con ceremonias y ritos descritos taxativamente para cada ocasión. Era una adoración (si se puede llamar así) mecanizada, personal y fría con poca influencia interna para el adorador. Importaba más la forma, el lugar y el uso de los elementos indicados para cada ocasión. Cuán importante es seguir expectante de lo que Dios puede hacer y que es necesaria la búsqueda constante de mejorar la comunión con él. Fue el gran diálogo de Jesús con la mujer samaritana cuya conclusión fue que Dios quiere adoradores en espíritu y verdad antes que la elección de un lugar físico determinado (Jn 4:1ss).

- En cuanto a la comunidad: En esta cuestión también la comprensión debía tener una crisis paradigmática. Para el judaísmo de la época de Jesús, ellos eran el único pueblo de Dios.
La irrupción de Jesús trae una reorientación al propósito eterno de Dios de contar con un pueblo para que sea de bendición para el mundo, pero esto no fue entendido así por el judaísmo y Jesús fue rechazado (Juan 1.19). El líder debe ser consciente de que su iglesia (no importa la cantidad de miembro que tenga) es una parte del reino de Dios y que pertenece a una comunidad más grande, y debe reconocer y ser agradecido por ese hecho.

- En cuanto a la misión: El programa de Jesús, que incluía la evangelización del mundo, requería de mensajeros despojados de ataduras mentales para ser parte y comprometerse con una nueva comunidad en formación. El líder cristiano trabaja para el reino, desde su iglesia o denominación. Su misión es mundial y eterna, no está limitado por el espacio, el tiempo o circunstancias.
Esta situación forzaba un cambio de actitud profunda y definitiva para los discípulos. Cuando fueron enviados (convertidos en apóstoles) ellos estaban luchando con estas limitaciones mentales y espirituales.

Acerca del autor:
Rogelio Duarte, rduarte@cemta.org.py; casado Martha hace 31 años y tienen 4 hijos y dos nietas. Magister en Administración Educativa. Lic en teología. Profesor de tiempo completo en la UEP, sede CEMTA. Con 30 años de experiencia pastoral tanto en la Argentina como en Paraguay. Trabaja como capellán de empresas. Y actualmente, paralelo al trabajo docente es pastor de la Iglesia Menonita Emaus de Mariano Roque Alonso. Fue presidente por dos periodos y actualmente es pastor consejero de CONEMPAR (Convención Evangélica Menonita Paraguaya).

(1) Según el Diccionario Ilustrado de la Biblia (1977), la palabra Discípulo significa aprendiz o seguidor, no solo el que se sienta a escuchar sino el que está con el maestro y él término Apóstol viene del griego y significa ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial.
(2) Price, 1999: 29
(3) Coleman, 1977:449

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