13 ago 2012

ESE ESPÍRITU SATÁNICO QUE PRETENDE SER MÁS BUENO QUE DIOS




“…el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11: 14)

1. Un dios creado a la imagen y semejanza del hombre:
El diablo, en su faceta de disfrazado de ángel de luz, muestra a todos a un dios que no es el de la Biblia, aunque dice serlo. Es un dios tan misericordioso, que anula el sentido de la justicia. Es un dios tan “bueno” que ve a los hombres como no demasiado malos, dignos y preparados para buscarle por sí mismos. Es un dios positivista que no castiga ni condena, sino que acepta y ama a todos, hasta el punto de no tenerles en cuenta nada negativo. Es un dios creado a la imagen y semejanza del hombre.

El diablo, en su faceta de disfrazado de ángel de luz, también es muy competente en hacer que el sentido de santidad y juicio de Dios resulten a los ojos de los hombres, incluidos aquí muchos cristianos profesantes, como inmisericordia, crueldad y despotismo cuando predicamos acerca de aquellos atributos divinos. El es experto en que se vea a Dios a través de los ojos del humanismo, siendo siempre este humanismo, “bueno” en su propia opinión, y muchos creyentes siguen esa misma línea de pensamiento.

A la postre, y otra vez, es un dios creado a la imagen y semejanza del hombre.

No hace mucho en nuestra congregación hubo una mujer que entró a visitarnos que se escandalizó porque yo enseñaba que Dios castiga a los que ama, y azota a los que recibe por hijos (Ap. 3: 19, He. 12: 6). Se escandalizó, porque siempre vio a Dios como alguien que es “bueno” a modo del abuelo permisivo con sus nietos, y que jamás alzará la voz a nadie. En ese mismo sentido, otro día otros se escandalizaban porque yo enseñaba que este mundo no va a cambiar para el bien, sino que está destinado al juicio del Día del Señor, y que por tanto, tampoco va a haber ningún “avivamiento mundial” en el que las naciones se conviertan a Cristo (antes que Él regrese).

Su concepto de Dios es el de un ser extremadamente paciente ante el mal, que es tan misericordioso que en realidad anula el sentido de justicia, y que, por tanto, al final no hará nada, sino perdonar a todos, o a casi todos, y... todos contentos.

2. La importancia de creer la verdad doctrinal, y desechar la mentira:
El diablo sólo puede engañar a un verdadero hijo de Dios, si previamente éste tiene ideas falsas preconcebidas en su mente y en las cuales basa su creencia. En ese sentido, en su humanismo, muchos piensan que hay algo bueno en el hombre per se, y que por tanto, ha de llegar un momento en que, no sólo muchos individuos, sino hasta las naciones, se convencerán de que este mundo no va a ningún buen puerto tal y como está, y cambiarán, volviéndose por propia iniciativa a Cristo por voluntad propia. ¡Esto último, resultado del arminianismo en su más pura esencia!... ¡Qué gran engaño, fruto de la mente del diablo disfrazado de ángel de luz!

Hermanos, en este sentido, si la salvación dependiera del hombre el aceptarla, ¡Dios estaría atado de pies y manos a la hora de enviar Sus juicios a la tierra!, porque, ¿y si al final los hombres se pusieran de acuerdo para solicitar el perdón de Dios? por ello, ¡HACEN DE DIOS UN SER DEPENDIENTE DE LA DECISIÓN DEL HOMBRE! Esto no es sino blasfemo.

3. Cuando se malentiende a Dios, se malentiende al hombre:
El diablo, a través del espíritu humanista, sabe como mostrar a los hombres que Dios es extremadamente cruel, y conque el creyente no puede aceptar que Dios sea así, entonces se forja una idea muy equivocada de cómo es Dios, abandonando el concepto de Su verdadera Soberanía para, entre otras cosas, adjudicarle al hombre un poder decisorial hacia el bien conforme a Dios, que es absolutamente inexistente. Entendiéndolo así, el hombre sería en muchos aspectos independiente de Dios, ya que se le adjudica un suficiente dominio propio de sí mismo (libre albedrío).

4. Al diablo no le interesa que los hombres crean que están ante un Dios airado:
El diablo, en su faceta de disfrazado de ángel de luz, es especialista en quitar del entendimiento de las gentes, incluidos aquí muchos cristianos profesantes, la realidad de la ira de Dios; el concepto de un Dios airado. Esto es así porque en su humanismo práctico, esas personas no comprenden acerca de la gravedad del pecado, y del consiguiente precio que Cristo tuvo que pagar.

Ese espíritu engañador que se disfraza de luz, hace ver el pecado como una nimiedad, como poco más que un fallo o un error, pero nada importante, nada que pueda llevar a alguien a un lugar tan terrible como es el infierno. Hace ver al hombre como una víctima, y no como reo de condenación que es.

Concluyendo:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55: 8, 9)

La manera de salir de la seducción de ese espíritu satánico disfrazado de luz, en todas sus facetas, es el de buscar el pensar como Dios piensa, y no como lo hace el hombre. La manera de hacerlo es contemplando la Soberanía de Dios en todos sus aspectos. Que no sólo lo tiene todo bajo Su control, sino que hace que las cosas sean o no sean, hasta que se cumplan Sus propósitos, hasta que “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, realizándolo, no la Iglesia, sino el mismo Cristo en Su venida gloriosa (Ro. 8: 21)

El creer y pensar de ese modo, nos va a llevar a una verdadera paz y confianza.

Por ello, es preciso leer las Escrituras desde esa perspectiva divina, y no desde posicionamientos mal aprendidos y mal enseñados, de una mente humanista.

La Santa Escritura por sí misma nos hará entender, si la leemos creyendo en lo que dice, y no en lo que nos gustaría que dijera.

Es tiempo de replantearnos muchas cosas que seguramente hemos mal aprendido a lo largo de los años en la fe.

SOLI DEO GLORIA!
Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
www.centrorey.org

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