26 dic 2010

En esta Navidad y el inicio del Año Nuevo, ¿dónde está el enfoque?


"No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. "Muchos Me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?’ "Entonces les declararé: ‘Jamás los conocí; apartense de Mi, los que practican la iniquidad.’(Mt 7.21-23)NBLH

Con demasiada rapidez se pierde el enfoque correcto en las diferentes áreas de la vida. Se puede estar sumamente comprometido e involucrado en las cosas de Dios, incluso servirle a tiempo completo, sin embargo es posible que todo esto esté funcionando bien aunque el enfoque correcto esté perdido.


¿De qué enfoque se trata? Mateo 7:21-23 ha impactado mis lecturas bíblicas en estos últimos meses del año.  Parecen versículos muy radicales acerca del ingreso al Reino de los cielos, sin embargo Mateo señala la alta importancia de ello en la boca del Maestro. Sorprende más la cercanía y familiaridad del pasaje  con el contexto eclesiástico evangélico del siglo XXI, con expresiones tales como el vocativo ku,rie “Señor”, que señala su uso mayoritario en la comunidad cristiana, y la mención de unos cuántos ministerios (profetizar, echar fuera demonios y hacer muchos milagros), probablemente los más deseados en las iglesias de hoy.

Todo lector no puede pasar por alto el enfoque de Jesús en todo este pasaje, el enfoque del Maestro se centra en qe,lhma tou/ patro,j “voluntad del Padre”, lo cual deja claro que la voluntad del Padre es mucho más importante que los ministerios y las invocaciones de los creyentes. ¿Es posible invocar el nombre de Dios y servirle sin necesariamente estar haciendo su voluntad? El Maestro expresa su respuesta radical, pero agrega algo más: ouvde,pote e;gnwn u`ma/j\ avpocwrei/te avpV evmou/ oi` evrgazo,menoi th.n avnomi,an “nunca conocí a ustedes; apártense de mí hacedores de maldad” (v. 23). ¿Quiénes son los hacedores de maldad y a los que el Maestro les ordena que se aparten de él? Son creyentes, muy comprometidos con el ministerio en la iglesia y excelentes invocadores del nombre “Señor”. ¿Por qué son descalificados por Jesús? Porque no hicieron la voluntad de Dios.
De manera sorprendente se devela una realidad muy crítica y compleja de la comunidad cristiana. Es posible estar involucrados en una serie de actividades espirituales, eclesiásticas, etc; incluso realizando eventos en sobremanera impactantes, pero lo triste es que si la voluntad de Dios no es el enfoque y lo más importante, todo lo que se haga resulta en un sinsentido si los involucrados no se encuentran haciendo la voluntad de Dios.
Ahora bien el participio, presente, activo, nominativo, masculino, singular poiw/n “el que hace” marca una pauta importante. La idea principal es el que vive haciendo la voluntad del Padre o mejor dicho el que en todo momento hace, es decir el que tiene por práctica o estilo de vida hacer la voluntad de Dios.
¿Cómo es mejor traducir la voluntad del Padre? Tomando en cuenta el participio analizado esto sería “amar lo que Dios ama y aborrecer lo que Dios aborrece”. En este sentido lo más lamentable es que muchos creyentes aman lo que Dios aborrece y aborrecen lo que Dios ama. Bajo esta enseñanza es urgente e importante analizar todo el ser y quehacer de la vida cristiana, de la comunidad cristiana, de los programas eclesiásticos, etc, etc.
Es necesario que como evangélicos creyentes se haga un alto para reflexionar a la luz de estos tres versos y hacer cambios usando para ello el enfoque de la voluntad de Dios. Se sugiere que esta evaluación sea seria y profunda, tocando especialmente la vida privada. Así mismo que desde el liderazgo se pueda evaluar y corregir actividades, proyectos, etc., en busca de la voluntad del Padre.
¡Cuidado con la ingrata sorpresa del nunca os conocí, hacedores de maldad. Después de haber entregado todo por el Señor, pero no haber vivido en su voluntad y haciendo su voluntad.
Esta Navidad no debe quedar en solamente gratitud, tampoco el nuevo año solamente con el deseo de lograr metas personales, familiares y/o ministeriales. La encarnación del Dios hecho hombre debe impulsar la ferviente decisión de amar lo que Dios ama y aborrecer lo que Dios aborrece, con esta pauta se debe entrar a un nuevo año con el enfoque en la voluntad del Padre. Dicho enfoque ha de recorrer en todo el ser y quehacer personal, familiar, ministerial y eclesial, así como recorre la sangre por las venas. Dicho enfoque ha de convertirse en la motivación más importante y así monitorear la cosmovisión y el estilo de vida. Que en esta Navidad y año nuevo la decisión se centre en el enfoque correcto, es decir el de vivir haciendo la voluntad de Dios.
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